Ventajas del apoyo psicológico y la psicoterapia en línea

Como no podía ser de otra manera, también los servicios psicológicos en línea brindan varias ventajas, especialmente en la situación actual de pandemia.

“En primer lugar, los servicios online ayudan a las personas en poco tiempo, reduciendo el riesgo de contagio y la fuerte sensación de ansiedad tanto en los psicoterapeutas como en los pacientes, que se sienten incómodos al hacer psicoterapia tradicional debido a la pandemia”.

Esto lo afirman Békés y Aafjes-van Doorn, en este año 2020. Es lógico este sentimiento de inseguridad por posibles contagios.

Otros autores del ámbito de la psicología, como Pietrabissa (2015) identificaron algunas de las principales ventajas de la telepsicología, “como la disminución de la espera de la consulta, porque se realiza desde el hogar o desde el lugar de trabajo, ahorrando tiempo y gastos, menores costes de viaje y alquiler para la oficina, para quienes proporcionar el servicio y para quienes lo utilizan”.

Según coinciden casi todos los autores, los servicios psicológicos online facilitan el acceso a personas que luchan por encontrar apoyo cercano a su entorno social, evitando dificultades relacionadas con la movilidad.

Además, los servicios en línea ayudan a las personas que tienen menos confianza en la psicoterapia.

De hecho, la mayor parte de la psicoterapia en línea se lleva a cabo en la zona de confort de uno, lo que facilita la expresión de problemas y sentimientos.

Desde la AEEN estamos tan preocupados como en el resto de asociaciones e instituciones tanto españolas como europeas, en lo referido a las consecuencias que el Covid-19 puede tener (de hecho lo tiene) para la salud mental de la población.

Toda referencia que hagamos en este sentido será bienvenida, en este caso por los colectivos a los que estamos dirigidos, estudiantes de postgrado, profesores, así como todo tipo de instituciones y terceros a los que nuestra opinión pueda resultar de interés para ir sobrellevando el resto de tiempo que nos tocará seguir afrontando la crisis sanitaria más importante de los últimos cien años.

La fuerza de la herramienta online

Según las situaciones, los servicios en línea podrían proporcionar un medio diferente. Por ejemplo, puede tenerse en cuenta otra herramienta muy útil como es el chat. Esto permite establecer una primera evaluación de una persona que se siente incómoda al usar un video.

De hecho, la psicoterapia en línea se percibe como más “aceptable”.

Cada persona tiene una experiencia diferente de la red y varios niveles de desinhibición. No todas las personas, por supuesto, reacción igual frente a la herramienta, por más que sepan que están utilizándola en beneficio de su salud y bienestar.

Esto tiene que ver con los procesos de desinhibición, que por supuesto no se dan igual en todas las personas. Si es el caso de alguien que tiene una  desinhibición leve podría ser una persona que elige pedir ayuda para hablar con un psicólogo sobre sus problemas; mientras que una alta desinhibición podría estar representada por flaming, una expresión de acoso en línea o acoso cibernético.

La integración de los servicios psicológicos con otros que se dan online

Los servicios psicológicos online necesariamente deben integrarse con los diferentes servicios territoriales a los que tiene acceso un ciudadano, de manera tal que se le puede proporcionar al paciente todas las  referencias locales en relación con las necesidades específicas de salud y económicas.

Finalmente, la posibilidad de que el terapeuta y el paciente graben las sesiones a través de chat y en modo audio / video, con el consentimiento informado de los participantes  proporciona otra herramienta útil para comparar las sesiones y subrayar los resultados positivos y la eficacia del proceso terapéutico.

El sufrimiento psicológico y social y el proceso empático

Muchos han sido los análisis que se han hecho durante estos largos meses de pandemia sobre el impacto psicológico que ésta ha tenido en las diferentes poblaciones del planeta.

Ningún país ha quedado exento de esta necesidad de conocer la salud mental de sus ciudadanos. Lo que sí ocurre, es que cada nación lo ha tenido en cuenta de diferente forma, no tanto en cuanto a cómo llevarlo a cabo, sino en cuanto a las prioridades que se le daba, habida cuenta de que en una mayoría de países se estaban produciendo colapsos hospitalarios por los picos de rebrotes que el Covid-19 iba teniendo.

Yo ciudadano soy parte de la sociedad

Al analizar el impacto psicológico de la cuarentena, surgió la importancia de que los individuos se sientan parte integral de la sociedad, un aspecto muchas veces infravalorado en el bienestar psicológico.

Pero sin duda, la coincidencia a escala global de los expertos en salud pública sigue siendo que el distanciamiento social es la mejor solución para prevenir la propagación del virus.

Si bien no es posible predecir la duración de la pandemia, lo que hemos experimentado hasta este mes de diciembre de 2020 después de diez meses de confinamientos y restricciones, además de las medidas de protección, es el grave impacto que estas medidas han tenido en la psicología social porque afloran las depresiones y otras cuestiones que tienen directa relación con haber cambiado lo habitual, es decir, las relaciones e interacciones sociales, lo que ha afectado el proceso empático.

¿Con qué panorama nos encontramos entonces?

Por un lado, las personas se identifican con quienes sufren (vecinos, amigos, familiares que están viviendo eventos estresantes), promoviendo actividades como los denominados “gastos suspendidos”. Es el caso de las actividades solidarias y humanitarias, por ejemplo, la entrega de alimentos y medicinas para las personas que no pueden ir al supermercado.

Por otro lado, hay una parte de la población que experimenta un sentimiento de “empatía forzada”.

¿Qué significa esta expresión?

Este aspecto también podría ser enfatizado por el uso de dispositivos tecnológicos que podrían conducir a una despersonalización de las relaciones, forzando la sensación de cercanía, al menos virtualmente.

Pongamos por caso que una persona se encuentra con otra, y ante la pregunta normal de toda la vida“¿cómo estás?” al comienzo de una conversación, ya no es solo una formalidad, como antes de la pandemia. Es mucho más que eso: es la necesidad de escuchar un sentimiento de preocupación al mismo tiempo que de solidaridad. O sea empatía.

Podemos concluir que la “empatía forzada” pueda ser común en este período, ya que la distancia social y la situación de emergencia sanitaria en la que se encuentran miles de ciudades en todo el mundo, tienen un impacto positivo en las relaciones porque las personas quieran ser escuchadas y apreciadas, y la simple pregunta “¿cómo estás?” termina siendo como esa palmada en la espalda de apoyo de un compañero o el abrazo de un familiar, aunque en realidad no tenga este parentesco.

Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).

X