Las escuelas de negocio no deben quedarse atrás de los directivos europeos en ESG

En nuestra primera aportación de este nuevo año 2022 hemos creído conveniente desde NUESTRA REDACCIÓN hacer un repaso sobre lo que está ocurriendo en el corazón del cambio que se está operando en nuestro sector a nivel europeo. No vamos a referirnos a empresas, sino a cómo reaccionan (o deberían reaccionar) los programas y la dirección de las escuelas de negocio a este nuevo escenario que se abre ante nosotros con la firme esperanza de todos los países, que por fin hacia la primavera el Covid-19 esté definitivamente derrotado. Esto hace que debamos pensar y revisar más que nunca el pensamiento responsable de los diseñadores de contenidos para que se ajusten como deben a las exigencias de nuestro tiempo.

La integración multicultural tiene que ser una realidad habitual en la convivencia diaria de las escuelas de negocio, no un objetivo señalado pero que en la práctica no se cumple

 

Sin duda, como dicen algunos expertos y analistas, existe un “creciente escrutinio público sobre la sostenibilidad, la desigualdad y otras preocupaciones sociales”, que sabemos perfectamente que son los factores que han metido presión a las empresas. Ya no importa la maximización en solitario de los beneficios, sino que se vea por la sociedad en general que hay un propósito mayor de cada una de las organizaciones que va justamente más allá de los accionistas y la rendición de cuentas. O sea, rendir cuentas, sí, pero hacerlo de manera equilibrada y equitativa con la sociedad significa tener en cuenta el medio ambiente, la desigualdad económica, las políticas de igualdad de género y un largo etcétera. O sea, que la buena gobernanza está siendo presionada por una sociedad que exige (como debe ser) resultados razonables en cuanto al tratamiento de las cuestiones ambientales, sociales y de la misma gobernanza imbuida de esa filosofía ESG como un concepto básico de gestión de riesgos. “Este poderoso cambio hacia un modelo de capitalismo más socialmente responsable que coloca a las partes interesadas por delante de los accionistas ha impactado no solo a los negocios globales, sino también a la educación empresarial” y esto lo dice alguien que sabe mucho al respecto, como es Colin Mayer, profesor emérito de estudios de gestión y ex -decano de Saïd Business School, profesor invitado en la Blavatnik School of Government, Oxford, y director académico del programa The British Academy Future of the Corporation.

Hemos encontrado en Mayer una cierta clarividencia que nos parece muy equitativa para todas las partes: sociedad, organizaciones y escuelas de negocio, sin dejar de lado, por supuesto, el rol fundamental que la alta política educativa de cada país debe jugar en esta importante partida que no puede perderse.

Mayer cree que “es hora de que los programas pongan las “ganancias intencionales” en su núcleo”, ya que es evidente que los negocios están experimentando cambios profundos. Y esto tiene una explicación en nuestro entorno europeo, ya que impulsados ​​por las reformas regulatorias propuestas por la Comisión Europea, los directivos y cualquier ejecutivo europeo sin duda está muy al día (diríamos que se ajusta mejor la expresión “a la vanguardia”) de llevar a cabo (implementación), de todos los procedimientos empresariales que se ajusten a la promoción de negocios decididos, responsables y sostenibles.

Las escuelas de negocios europeas deberían estar a la vanguardia, pero corren el riesgo de quedarse atrás

“Muchas escuelas han tardado en reconocer el alcance de la reforma necesaria para sus planes de estudio. Han introducido asignaturas optativas sobre temas como el medio ambiente, el gobierno social y empresarial y los negocios sostenibles, pero, en su mayor parte, sus cursos básicos permanecen sin cambios”. Este pensamiento de Mayer es demoledor, ya que no pueden quedarse atrás las escuelas cuando, por ejemplo, el informe final reciente del programa “El futuro de la corporación” de la Academia Británica destaca hasta qué punto las empresas están adoptando ganancias con un propósito: hacer dinero resolviendo los problemas para las personas y el planeta en lugar de exacerbarlos. Sostiene que las empresas deben recibir apoyo y rendir cuentas, y establece políticas y prácticas.

La nueva generación de directivos que demandan las empresas requiere necesariamente que haya una capacitación alineada de parte de las escuelas de negocio con los nuevos enfoques ESG

 

Y este es el punto en donde entra la formación de postgrado, ya que la investigación y la enseñanza de las escuelas de negocios deberían ser la fuente de educación para la próxima generación de directivos y emprendedores. No pueden quedarse en el pasado ni los que enseñan ni los que son educandos cuya ilusión es formarse en “el último grito de la moda” en las técnicas de gestión y muy especialmente, en las habilidades directivas, como ser la gestión emocional, el pensamiento creativo, etc., pero todo ello, dentro de un contexto en el que la realidad del planeta tenga una posición privilegiada, no para actuar con criterios solo en este sentido, sino dentro de un mecanismo global que ajuste los desaguisados que tanta maximización del beneficio en las empresas y filosofías de resultados a cualquier coste han provocado daños irreparables a esa sociedad global.

Pero la primacía de los accionistas sigue siendo el núcleo de los programas escolares, que se centran en teorías económicas, modelos financieros y estudios de gestión. Los cursos parten de la presunción de que el propósito de una empresa es maximizar la riqueza de los accionistas y todo (contabilidad, finanzas, marketing, gestión de operaciones, comportamiento organizacional y estrategia) se deriva de eso. Es obvio, que deberán sufrir un severo ajuste, no es una cuestión de actualización de un programa, sino de replanteamiento del auténtico propósito de formación que tienen en sus manos los educadores de postgrado y las escuelas que representan.

Los programas deben preguntarse cuál es el fin de cualquier empresa

Los cursos deben comenzar preguntando cuál es el propósito de la empresa, por qué se crea y por qué existe. Deben identificar la rica variedad de respuestas y crear programas que se correspondan. Deben aprovechar el conocimiento interdisciplinario de todas las humanidades y ciencias para proporcionar las habilidades y los valores necesarios para los negocios en el siglo XXI.

¿Se puede contentar a todas las partes interesadas?

Cuando se actúa con equidad e igualdad, con un propósito claro entre lo que significa tecnología, disrupción provocada justamente por el avance tecnológico, requiere adecuación del pensamiento estratégico. Entonces, cuando se focaliza de esta manera, tanto los estudiantes como los líderes empresariales serán arrastrados por este impulso inspirador, que para más INRI será altamente productivo para los investigadores.

Pondrá en el centro del problema aún no resuelto, a toda la formación de postgrado y también la universitaria, que ambas forman parte del corazón del problema para el desarrollo de un país. Sin formación y capacitación no puede haber crecimiento futuro porque no se podrá tener la experiencia ni conocimientos que las nuevas realidades nos van exigiendo gracias al tirón de la innovación tecnológica.

Conectar los conocimientos entre universidades y escuelas de negocio promueve el propósito de las instituciones educativas de contribuir al florecimiento, el bienestar y la prosperidad humanos junto con la educación y la erudición. Para los que se siguen resistiendo a este planteamiento, hay que aclarar que la línea más actual y equitativa de pensamiento va dirigida hacia un punto en el que pueden alinearse de manera equilibrada la propiedad, el gobierno, la medición, el desempeño, las finanzas y la inversión con el propósito corporativo de resolver problemas de manera rentable. Muestra cómo las empresas se involucran en innovaciones tecnológicas y comerciales en conjunto con los sectores de empresas públicas y sociales sin fines de lucro para resolver desafíos globales.

Se insta a las escuelas de negocios a integrar los temas de ESG en los cursos básicos

 

No importa el tamaño ni la trayectoria de una institución educativa si lo que de ella resulta es un mero ajuste temático que no responde a las demandas de la sociedad y las organizaciones.

 

Estas son las capacidades que las empresas buscan cada vez más de los nuevos empleados. Los empleadores necesitan graduados que puedan ayudarlos a contribuir a abordar, en lugar de causar, la degradación ambiental, la desigualdad, la exclusión social y la desconfianza. Necesitan personas con nuevas habilidades en el compromiso, la colaboración y la toma de decisiones inclusiva, que puedan aplicarlas no solo como centros de costes sino como fuentes de creación de valor para los inversores y la sociedad en general.

Se están produciendo avances impresionantes. Uno es el Hoffmann Global Institute for Business and Society, de reciente creación en Insead en Francia, que busca transformar la educación empresarial en torno a la sostenibilidad, la inclusión y el bienestar. Se basa en la idea de que las empresas deben ser una fuente de progreso ambiental y social, así como de ganancias, y eso debe estar en el centro de la investigación y la docencia.

No podía faltar Harvard Business School que imparte un curso llamado Reimaginar el capitalismo: negocios y grandes problemas en su MBA y ha establecido un programa de investigación sobre cuentas ponderadas por impacto para medir los beneficios y las cargas de las empresas.

En el caso de Saïd Business School de la Universidad de Oxford ha proporcionado durante varios años cursos básicos sobre negocios responsables y cómo se pueden abordar los desafíos globales. Tiene programas de investigación sobre el propósito y la propiedad corporativos, la gobernanza, la medición y el desempeño, y se está asociando con siete escuelas europeas líderes para abordar la crisis climática.

Colin Mayer lo define claramente de esta manera: “sin embargo, ninguna de estas escuelas ha ido lo suficientemente lejos al colocar el propósito corporativo en el corazón de los cursos básicos. Una razón es que han invertido capital en conocimientos, prácticas e investigaciones asociadas, datos y reputaciones existentes. En segundo lugar, están atentos a su posición en las clasificaciones que priorizan criterios como los salarios de los exalumnos, vinculados a las ganancias en lugar de medidas más amplias de desempeño. En tercer lugar, existe la preocupación de perder una posición competitiva al migrar a lo que algunos perciben como el “extremo blando” de la educación en las escuelas de negocios: la cultura, no la competencia”.

Las escuelas de negocio tienen que tener un papel relevante en la sociedad actual, por lo que deben cuidar hasta el mínimo detalle la filosofía que impregna la institución y sus profesores, ajustando apropiadamente todos los cambios requeridos para mantener la relevancia que se supone deben tener

 

Creemos desde la AEEN junto a las posiciones actuales más críticas que hemos encontrado a nivel de nuestro entorno europeo, que la respuesta adecuada a los escépticos es la evidencia fáctica. ¿Cómo se logra? Solo con más investigación académica, examinando el desempeño y los mercados competitivos, sobre si las empresas con propósito son más exitosas comercialmente, así como más sostenibles ambiental y socialmente, que las empresas que se quedaron en el pasado y mantienen sus únicos criterios maximalistas.

Un factor de presión para las escuelas de negocio en cuanto a cumplir este gran propósito seguirá siendo sin duda la exigencia que el sector empresarial imprima en sus demandas para puestos de trabajo, tanto de base como de toma de decisiones en otras partes de la estructura organizativa. “Las organizaciones pueden priorizar el reclutamiento de estudiantes con los conjuntos de habilidades asociados con prácticas comerciales decididas. Pueden financiar investigaciones a gran escala sobre temas relacionados con las “ganancias del progreso”. Pueden otorgar becas y puestos de profesores para atraer a estudiantes y académicos con las actitudes y la experiencia necesarias”, Colin Mayer con esta afirmación está poniendo en la diana de la toma de decisiones a la educación de postgrado como un elemento esencial en esta nueva sociedad que estamos construyendo con sensibilidad por los factores ESG. Si las escuelas de negocio, respaldadas por empresas, pueden transformarse a sí mismas, determinará si la educación empresarial sigue siendo relevante y sobrevive en los años venideros. De esto se trata: si la enseñanza de postgrado es fundamental (crítica para el crecimiento y desarrollo de un país) puede que por no ajustarse a este nuevo paradigma que existe y cada vez más será exigido, dejarán de tener la relevancia que se supone deberían tener. De hecho, ya hemos comentado en artículos anteriores la crítica de expertos y académicos sobre el auténtico rol de una escuela de negocio.

Esta información ha sido elaborada por NUESTRA REDACCIÓN

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