Escuelas de negocio: “pensar globalmente y actual localmente”

En los últimos tiempos hemos asistido a un debate que, aunque era solapado (más en entorno de discusiones de ámbito privado entre colegas) se veía claro un necesario cambio en el que ya algunas escuelas de negocio en el mundo, estaban entrando en un proceso de des-globalización respecto a su forma de entender la formación y capacitación de sus candidatos a sus MBA’s.

Para entender esta cuestión que hoy planteamos, vamos a referirnos primero a algo que va más en torno a la semántica (y el buen uso de los términos). Cada vez que leemos o escuchamos el término “buzzwords” (lo que puede traducierse como “las palabras de moda”) es que algo se está moviendo en dicho campo de conocimiento, sea el de la formación, el marketing, las NT’s o cualquier otra. La cuestión es si la aplicación de dichos términos, que empiezan a utilizarse para definir determinado comportamiento o situación, sin duda tienen un momento que puede considerarse álgido en cuanto a que todos se refieren o hablan de lo mismo (analistas, críticos, académicos, etc.) y que responde a una real necesidad de describir un hecho, situación o comportamiento.

Creemos desde la AEEN, que sin duda, en la mayoría de las situaciones el término se circunscribe solo a fin de clarificar una nueva valoración que se haga de área de una disciplina, por ejemplo, el marketing, para introducir una nueva metodología, que en los hechos ya se está aplicando por diferentes organizaciones. Este tipo de situaciones ya pasa de ser moda a formar parte del necesario cambio y ajustes que todas las disciplinas tienen que soportar.

En el ámbito de lo que se conoce como globalización, la situación que se presenta también entra en esta línea y ha sufrido lamentablemente un abuso en su utilización, pero sin duda, es un concepto que abarca todo el amplio espectro de la actividad económica, social, geopolítica, cultural, geoestratégica, etc. Por tanto, globalizar es un término perfectamente asumido como lo es competitividad o productividad, solo para citar dos ejemplos, porque los hay a montones.

Muy bien, vamos a profundizar un poco más cuál es la situación que se está dando. Porque lo primero que debemos aclarar es que el término des-globalización en el ámbito de la formación de postgrado no nos gusta. Es mejor (tiene más propiedad) hablar como de actuaciones locales que lleva a cabo una escuela de negocio, sea en Madrid, Barcelona, Sevilla o cualquier otra capital española, en el caso de nuestro ámbito español. Esto es válido también para una escuela de negocio de Brasil, que se localice en Sao Paulo, por lo que su realidad local y actuaciones en la región distan bastante de las que se encuentran en Recibe o Curitiva.

Por ello, si bien entendemos que existió un momento de uso muy marcado de la palabra (cuando todo el mundo a finales de los noventa del siglo pasado se refería a la globalización), hoy día (con más media y cautela) se sigue utilizando a diario porque es una realidad palpable que la sufrimos para bien o para mal, en todos los ámbitos de la vida, sea por personas, organizaciones, instituciones, gobiernos, países, etc.

Por ello, no podía ser de otra manera que, en el ámbito de la educación empresarial, preferentemente en el de postgrado, ninguna palabra ha sido más popular en el pasado reciente que “internacionalización” y sus sinónimos.

Puedes entrar en cualquier Web de cualquier escuela de negocios y se puede ver, por ejemplo, cualquier programa de marketing en el que encontrarás una cantidad de explicaciones que contienen palabras clave diseñadas para atraer la atención de un candidato de MBA exigente. Sin duda, las redes, así como los modelos de negocio, además de los estudiantes, la investigación, el aprendizaje y los campus son todos «globales», porque definen una realidad más que una moda en la aplicación de un término.

Vincent Mangematin de la Grenoble Ecole de Management de Francia, sostiene que “global puede no ser necesariamente bueno ya que todo el mundo dice que quiere ser una escuela de negocio global, porque la palabra “global” está muy homogeneizado el término y pierde su significado cuanto más se usa”. Incluso un estudiante de MBA observa que, comparando actividades y programas de las escuelas, todas ofrecen servicios similares, y la única forma en que pueden competir es en el precio.

La tesis de Mangematin es que lo que “alguna vez fue distintivo se vuelve ordinario y, además, ser global puede no ser necesariamente bueno. En realidad, con miles de escuelas de negocios a nivel mundial, una buena parte de las cuales ofrecen un enfoque “global” o “internacional” en sus MBA, por lo cual puede ser difícil diferenciar unas de otras”.

Es natural que cada escuela ofrezca un programa internacional que esté muy focalizado en los procesos de globalización, de cómo actúan las grandes corporaciones multinacionales, ya que la aspiración de muchos candidatos (quizás la gran mayoría) es poder aspirar a un puesto de trabajo en una compañía internacional, por lo que cree que su formación global en la escuela de negocio le abrirá esas puertas. Pero como muy bien señála Mangematin, hay más graduados de MBA que puestos ejecutivos de mandos intermedios y especialmente más exigente se pone la cosa, para los que son cargos de alta dirección.

Por tanto, Mangematin tiene una sugerencia que nos parece muy interesante: “en un momento en que todo el mundo se está globalizando, las escuelas de negocios deberían limitar su enfoque para prosperar”.

¿A qué se está refiriendo? Sencillamente a dos cuestiones que son: diferenciarse en los programas (no ser uno copia de otro) y preocuparse por la realidad local de la región en la que está emplazada la escuela. Y según Mangematin, aunque el paquete de programas y contenidos pueda ser el mismo (lo ideal es que tenga similitudes con diferencias que caractericen a cada uno y cada escuela), lo importante es que el contenido de los cursos pueda cambiar según la ubicación de las escuelas de negocio. La idea no es entrar en nichos cada vez más específicos, el «MBA en algo», sino ofrecer una educación general con un toque del entorno.

Su idea no es que las escuelas desechen su plan de estudios y comiencen de nuevo, sino simplemente que modifiquen la forma en que presentan sus programas a los futuros estudiantes, reconociendo que las escuelas se dejan influir por su entorno. Los estudiantes ya eligen postularse a Stanford, digamos, porque quieren beneficiarse de su proximidad a los centros de inicio en el área de la bahía de San Francisco.

Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education)