Disrupción vs. cambios incrementales

Estamos acostumbrados a que cuando surgen nuevos términos en el glosario técnico, lo primero que ocurre en la manera de comunicarse de muchos expertos, líderes empresariales, etc. es adoptar el nuevo vocablo como símbolo de que se está en línea con la actualización que la innovación nos exige a diario, pero créanme que, con frecuencia no se conoce el preciso alcance de la nueva expresión.

Tal es el caso de la diferencia entre disrupción y un cambio incremental o una moda pasajera. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el impacto y evolución de una disrupción, cualquiera que sea el mercado, tendrá una consecuencia mucho mayor que un cambio incremental.

Si se quiere conocer en profundidad la relevancia del desafío que nos presenta la disrupción en el contexto actual de los negocios, sin duda habrá que pensar y desarrollar la estrategia de cualquier organización o equipo en lo que respecta a la disrupción. Parece sencillo, pero no lo es: nos referimos a pensar y planificar disruptivamente.

La disrupción impulsa el cambio estructural de la industria mediante el uso de estudios de casos en una amplia gama de industrias. Pero además, con el valor añadido de que la innovación puede crear el potencial de disrupciones futuras, lo que marca también la diferencia con aquellas iniciativas que no son duraderas y que entran en la categoría de cambios incrementales.

Y como el afán empresarial actual debe ceñirse específicamente en la sostenibilidad futura de la industria de que se trate, debemos identificar todas aquellas características que protegen la longevidad de esa industria y ayudan a defenderse de las interrupciones, o sea, los obstáculos y retos que se presentan en el camino.

Por tanto, hay un acuerdo de la doctrina actual en que el cambio incremental se refiere a las mejoras de eficiencia y sostenibilidad en los procesos, operaciones y cadenas de suministro de una empresa, todo dentro del modelo comercial existente. O sea, sin cambios en la estructura del negocio: cómo se plantea en el presente, cómo se planifica su futuro, etc., sin transformar el ADN de ese negocio.

Pero en el caso de la disrupción, ocurre cuando los modelos de negocio son fundamentalmente desafiados, cambiados y (re) inventados.

Esta resistencia para pasar de un modelo a otro ocurre cuando los directores de sostenibilidad convencionales que no han comprendido el alcance de los modelos disruptivos, les vemos actuar en el mercado en cualquier tipo de organización, aunque su preocupación principal no es cuestionar el modelo comercial de esa industria o de todo el mercado. Rara vez lo hacen. Sino cuestiones que tienen que ver con ajuste y/o correcciones que acometen pero que siguen haciéndose dentro de los lineamientos de los procesos actuales.

Por tanto, el cambio incremental que conduce a la eficiencia de la sostenibilidad es condición necesaria pero no suficiente. Y es así, al menos si nuestro objetivo es crear un sistema económico verdaderamente sostenible, que tenga un impacto neto positivo en los recursos naturales y nuestra sociedad.

Por otro lado, tenemos innovaciones en el modelo de negocio a través de start-ups y empresas convencionales, las primeras son las iniciadoras de proyectos y las segundas las habituales multiplicadoras de dichas iniciativas en el mercado. Pero ambas iniciativas son importantes para llevar a escala las iniciativas de sostenibilidad disruptivas. La primera diferencia entre ambos tipos de empresas, es que justamente las start-ups son las que parten no solo de nuevas ideas convertidas en proyectos, sino que son esencialmente disruptoras en casi todos los campos en los que actúan.

La revolución tecnológica actual acelera los cambios en los mercados y las industrias a través de la conectividad, la digitalización, Internet, el big data, la automatización, la robótica, la impresión 3D y la inteligencia artificial. Estos cambios a su vez generan una presión en el sistema económico para que sea sostenible, por lo que se hace cada vez más evidente que las mejoras incrementales no son suficientes para dicha meta de la sostenibilidad del sistema ni las organizaciones, lo que exige un gran acuerdo de colaboración entre organizaciones, instituciones educativas, especialmente de postgrado y los gobiernos.

¿Qué métodos y herramientas de trabajo pueden apoyarnos?

Las herramientas y los métodos de trabajo tradicionales de la sostenibilidad corporativa, como la evaluación de impacto y materialidad, el establecimiento de estándares, los informes de sostenibilidad y la evaluación comparativa de la industria, están diseñados para fomentar un cambio incremental. Estos son y serán importantes, pero deben complementarse con métodos de trabajo que fomenten cambios disruptivos. Pero para que un cambio se convierta en disruptivo, hay que investigar, llevar a cabo mucho esfuerzo y trabajo, explorando e implementando nuevos modelos productivos y de negocio que no necesariamente se sabe cómo van a funcionar, porque son muchas las incógnitas que hay que resolver y a veces riesgos demasiado altos para asumir, especialmente en las etapas iniciadoras de cualquier empresa en el mercado.

Eso de que el camino del éxito es un largo camino de obstáculos y retos, nunca más apropiado que para la innovación disruptiva y especialmente para el pensamiento disruptivo, porque cuando empezamos a abordarlo, desafiando modelos productivos y de negocio con frecuencia no conocemos ni el objetivo final ni el camino de la solución de antemano.

Desarrollar ideas no es la parte más desafiante de la innovación disruptiva (ya existen muchas ideas); el verdadero desafío es poner en práctica las ideas y hacer que funcionen.

Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education)

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