Cómo mejorar la experiencia del estudiante de postgrado

En los últimos cuatro meses hemos venido debatiendo desde esta tribuna diferentes aspectos referidos al ámbito de la educación de postgrado como consecuencia del Covid-19. Especial dedicación le hemos dado a la cuestión de la necesaria adaptación de los programas y también que, en eso de adaptarse había que tener en cuenta la innovación disruptiva, a lo que hemos dedicado un artículo.

Hoy vamos a dar cuenta de algo en lo que a veces no se repara, pero que es muy importante para la decisión de los estudiantes que van a cursar un postgrado: la experiencia del estudiante que ha decidido hacer un MBA u otro curso específico.

Es obvio que nos referimos a cambios en su experiencia. Porque están aquellos que se trasladaron a residencias universitarias, y que al explosionar con fuerza la pandemia en 2020 apenas han disfrutado de una experiencia estudiantil típica. Justamente, es el primer año en el que los estudiantes empiezan a establecer y fomentar los lazos sociales y la construcción de relaciones, que en muchos casos toda esta actividad social se reemplazó por fuerza (medidas sanitarias) con el aislamiento.

Sin duda ya hay un factor traumático, aunque de otro nivel, cuando los estudiantes se separan de la familia para irse a un curso al extranjero, pero lo que se ha agudizado en 2020 y lo que va de 2021, es cierta decepción por las expectativas no satisfechas de la vida académica, lo que ha tenido un impacto en la psicología individual.

Las universidades y las escuelas de negocio han tenido respuestas variadas para esta crisis, por lo que era lógico que se reavivara el debate sobre el grado en que las instituciones educativas asumen la responsabilidad de sus estudiantes a nivel personal.

Pero la situación tan adversa que fue 2020, desde ya que ha convertido en atípicas muchas experiencias de estudiantes, tales como aquellos que han disfrutado de logros académicos durante la pandemia pero que también han sufrido la falta de oportunidades en persona para celebrarlos, ya que las ceremonias de graduación, como muchos otros eventos, generalmente se han trasladado a Zoom. Si se tiene en cuenta que este tipo de acontecimientos representan experiencias históricas de la vida, no se puede descartar su importancia.

A medida que la normalidad se reanuda lentamente en diversos grados educativos a escala global, todas las instituciones educativas (incluyendo las escuelas de negocio) han respondido ofreciendo oportunidades de aprendizaje en persona de forma opcional, reducida o rotatoria. Es evidente que aquellos que finalmente pueden asistir a un curso, por ejemplo, híbrido, en la medida que asistan a las clases programas de tipo presencial, encontrarán que la dinámica de su aula o sala de conferencias en su caso, se habrá visto alterada respecto a cómo cubría las funciones anteriormente.

Y dada la amenaza continua que representa COVID-19, las medidas de distanciamiento social aún se observan y se hacen cumplir en la mayoría de los países, caso de las exigencias del uso de mascarillas, o las recomendaciones de seguir usándolas cuando se van haciendo más laxos los protocolos de cumplimiento del Covid-19 en función del comportamiento de la pandemia en esa etapa concreta y en esa sociedad en particular.

El uso de mascarillas y el distanciamiento social representa una barrera potencial para la participación e interacción de los estudiantes. Estimamos que poco a poco, tanto las escuelas de negocio como universidades volverán a funcionar como de costumbre, aunque como también hemos anticipado, nunca nada será igual, en referencia a la incorporación masiva de la innovación disruptiva para poder seguir adaptando el ámbito de educación de postgrado a la nueva realidad.

Veamos cuál ha sido la experiencia para los estudiantes e investigadores

La Asociación Británica de Investigación Educativa (BERA) es la principal autoridad en investigación educativa en el Reino Unido, apoyando y representando a la comunidad de académicos, profesionales y todos los involucrados en y con la investigación educativa tanto a nivel nacional como internacional.

El pasado 23 de agosto publicaban en su Blog una investigación titulada “Postgraduate research students’ experiences of the coronavirus pandemic” (Experiencias de estudiantes de posgrado de investigación sobre la pandemia de coronavirus) cuyos autores son Ross Goldstone, Jingwen Zhang y Victoria Christodoulides. Vamos a pasar un repaso de sus currículums vitae:

– Ross Goldstone es un candidato a doctorado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Cardiff, donde está estudiando la relación entre la clase social y la participación y experiencia en la educación superior. Sus intereses actuales están en la desigualdad educativa y la sociología de la educación, además de debates más amplios en torno a las clases sociales y las ideas de Bourdieu y su aplicación en la investigación educativa.

– Jingwen Zhang es candidata a doctorado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Manchester. Su doctorado se centra en el envejecimiento activo y la desigualdad en la salud entre las zonas rurales y urbanas en China. Está interesada en la teoría del curso de la vida, los determinantes sociales de la salud y el análisis de datos longitudinales.

– Victoria Christodoulides es una estudiante de doctorado con una beca SWDTP dentro del Departamento de Salud de la Universidad de Bath. El proyecto de Victoria se centra en la exploración conjunta de cómo los conocimientos sobre recuperación de traumas infantiles afectan la comprensión y la práctica de la recuperación más allá de lo biomédico.

¿Por qué es relevante para nuestras publicaciones de la AEEN este estudio?

Porque de él podremos observar el tremendo impacto en la psicología individual y social de un colectivo investigador que se supone está siempre con una actitud firme y positiva frente a la adversidad, por aquello del sacrificio que implica investigar.

Sostienen que la pandemia de coronavirus en curso ha provocado que la mayoría de los estudiantes de investigación de posgrado se encuentren con restricciones de investigación y realicen sus tareas de investigación desde casa.

La realidad es que respecto a un concepto tan intangible como es la experiencia de un estudiante o la de un joven investigador, pocos datos estadísticos se tienen a la fecha, pero de los que vamos teniendo conocimiento, realmente no tienen pérdida y son perfectamente extrapolables a nuestro ámbito de las escuelas de negocio.

Esta investigación de estos tres autores tuvo un estudio de campo que se realizó en Reino Unido en enero de 2021 y que exploró las experiencias de los estudiantes, el apoyo recibido durante el cierre y los planes futuros de los investigadores de postgrado después de la pandemia de coronavirus.

Las preguntas de la encuesta hacían hincapié en cuestiones tales como: si los estudiantes estaban experimentando una serie de problemas sociales y de salud mental como resultado de la pandemia.

Los resultados a esta pregunta son contundentes:

Un 85% dijeron que experimentaron ansiedad y estrés; el 80% experimentó fatiga y agotamiento; hubo un 66% que se sintió aislado o solo; seguido de otro grupo que representó el 69% que informó de otros problemas de salud mental.

Al referirse a la metodología aplicada, los autores explican que midieron el promedio de horas de trabajo antes y después de que comenzara la pandemia, y descubrieron que un promedio previo a la pandemia de 37,6 horas de trabajo, que es consistente con los requisitos de los organismos de financiación de la investigación, como el Consejo Económico y de Investigación, se redujo a 32,4 horas durante la pandemia y evidentemente se concluía que estaban más dispersos.

Esto sugiere un impacto negativo variado de la pandemia en el tiempo de trabajo de los estudiantes de investigación de postgrado. Además, más de la mitad de los estudiantes participantes (52%) informaron haberse adaptado a trabajar desde casa de manera algo o muy ineficaz, lo que probablemente ejerció una presión adicional sobre el tiempo de trabajo productivo de los estudiantes durante la pandemia. También, los entornos y prácticas de trabajo ineficaces habrían sido moldeados por la inaccesibilidad del equipo para el trabajo a domicilio, un problema informado por el 41% de los encuestados.

Otras formas de apoyo, incluida la capacitación para ajustar los planes de investigación y adaptar los métodos, tampoco estuvieron disponibles para una proporción significativa de la muestra (52 y 44%, respectivamente).

Se informó que el apoyo de la supervisión para ajustar los planes de investigación (como el cambio a la investigación remota) y los recursos de la biblioteca (como el acceso a libros en línea) fueron particularmente útiles, y el 81 y el 67% de los estudiantes sintieron que cada uno había sido ‘útil’ o ‘muy útil’, respectivamente.

Los autores concluyen que estos hallazgos evidencian las dificultades experimentadas por los estudiantes participantes de la investigación de postgrado del Reino Unido durante la pandemia de coronavirus, demostrando experiencias negativas en la salud y el bienestar, el estudio académico y la vida personal de los estudiantes.

Esta investigación ha dejado en evidencia que no solo la provisión de apoyo es variable para los estudiantes participantes, sino que también muestra que la utilidad del apoyo brindado es cuestionable. Esto nos parece preocupante, de ahí que los autores también concluyen que como resultado, se requiere más investigación para explorar la mejor manera de apoyar a los estudiantes de investigación de postgrado durante la pandemia en curso, que debe hacerse en colaboración con los estudiantes en la construcción conjunta de medidas de apoyo efectivas.

Sin duda desde la AEEN tenemos que tomar debida nota de esta y otras investigaciones que vayan publicándose, pero especialmente merece que atendamos qué recomendaciones se están dando desde las organizaciones profesionales, como es el caso de BERA (British Educational Research Association).

Nosotros también iremos dando las nuestras, porque representamos un colectivo vital para la formación y capacitación de un país, porque del nivel educacional de una nación depende la capacidad de desarrollo económico y social hacia el futuro.

Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education)

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